Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Las dos medicinas


Recientemente se difundió en El Orejiverde un informe que honestamente no imaginé que algún día se iba a dar:
http://www.elorejiverde.com/buen-vivir/623-que-las-dos-medicinas-trabajen-a-la-par

Se trata del primer centro intercultural de salud Rangiñ Kien ("Media Luna" en Mapudungun) que proximamente ofrecerá servicios en Neuquén, propiciando el trabajo conjunto entre las medicinas académica y mapuche, para que se pueda acceder libremente a una, a otra o a ambas.

En el país hubo muchos antecedentes que permitían imaginar un contexto como el que actualmente nos ocupa, uno de ellos ocurrió en Derqui, en el Centro Comunitario Daviaxaiqui (que supo contar en su momento con una sala de primeros auxilios), donde unos médicos pertenecientes al Hospital Comodoro Meisner (de la sección Maternidad) se habían sorprendido al enterarse sobre la costumbre que los qom tenían con el tema de la placenta (quienes por tradición la suelen enterrar en un lugar de la casa donde el más anciano -generalmente la abuela-  danzará y cantará alrededor, en lengua materna). En aquella ocasión los médicos atendieron partos de la comunidad qom y accedieron a entregar la placenta, que como saben los paisanos debe ser enterrada con un poco de sal. Esa y otras conversaciones tuvieron lugar entre los doctores y Ana Medrano, una de las responsables del proyecto Biblioteca Qomllalaqpi, cuando dio a luz un varón en al año 2008, como por ejemplo la costumbre entre las mujeres qom de utilizar una tela como cinta para apretar la panza antes del parto, según lo referenció la madre de Ana quien vive en la provincia del Chaco, sin embargo nada de lo comentado en aquellos días pasó a considerarse, quedando todo en un mero intercambio de conocimientos entre culturas diferentes.

Lo sucedido en Neuquén genera expectativas que pueden extenderse al patentamiento de los herbarios utilizados por los chamanes indígenas, de los cuales no obtienen ningún beneficio comercial (está práctica, denominada "biopiratería" suele realizarse por investigadores o empresas quienes utilizan ilegalmente la biodiversidad de países en desarrollo y los conocimientos colectivos de pueblos indígenas o campesinos, para realizar productos y servicios que se explotan sin la autorización de sus creadores o innovadores). 

Al respecto existen muchísimos casos donde las culturas indígenas resultaron apartadas de los beneficios legales registrados con el uso de plantas medicionales o psicoactivas. Recientemente en Paraguay se registró una experiencia sobre el uso de plantas medicinales como anticonceptivos, por parte de los paî tavyterâ y de los mbya guaraní quienes poseen conocimientos sobre propiedades medicinales de algunas especies botánicas, específicamente sobre las propiedades de ciertas plantas que utilizan como anticonceptivos para regular los nacimientos. 

En bibliotecas indígenas resulta de indudable valor la conformación de catálogos sobre farmacopea tradicional, prácticas que por lo general los paisanos obtienen mediante encomiendas solicitadas a sus familias de Chaco, quienes envían por correo semillas, plantas o hierbas medicinales para el tratamiento de algunas enfermedades o dolencias. Es deseable que quienes lleven adelante el singular emprendimiento de las “dos medicinas”  tengan en cuenta el conocimiento de los chamanes, quienes aún hoy curan con plantas y restos de animales en el interior de sus comunidades.

Si existe una clara voluntad de ofrecer una alternativa médica intercultural, localizar a estos libros vivientes es crucial para avanzar en el tratamiento de las técnicas ancestrales de curación, y en especial prestar atención al equilibro ecológico que suelen respetar las comunidades junto con el concepto filosófico “buen vivir” que aporta elementos para vivir en armonía con el medio ambiente, en un marco de espiritualidad junto con los “hermanos animales y plantas”.

Ojalá la experiencia Rangiñ Kien tenga en cuenta todas estas cuestiones, y se constituya verdaderamente en un centro intercultural.

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