Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

domingo, 26 de junio de 2016

Los cuentos de los antiguos en la voz de Boniface Ofogo

Este no es un traje para ir de paseo, se usa para rituales… en este caso el ritual de la palabra"
Boniface Ofogo.

Aquellos que lo escucharon quedaron hipnotizados con sus cuentos, y para prueba basta con ver algunos videos que circulan por Internet, estamos hablando del cuentero camerunés Boniface Ofogo Nkama, quien dice ser cuentero de nacimiento, práctica que frecuenta desde los 3 años de edad, cuando narraba historias delante de su familia, acompañando a su padre en el Árbol de la Palabra, donde se reunía el Consejo de Ancianos y la gente. Las imágenes que pueblan los recuerdos de su infancia, que marcaron a fuego su memoria, son las de un grupo de niños descalzos sentados bajo la sombra de un árbol y rodeando a una anciana mientras ella contaba historias.
La colorida túnica que Boniface utiliza para narrar cuentos es tejida a mano por las mujeres de su tribu, los Yambasa, quienes la bordan con hilos de algodón sobre una tela negra, una tarea que les puede llegar a deparar hasta dos años de trabajo. La tribu de Boniface, perteneciente a la comunidad Omasa, está ubicada a 150 kilómetros de la capital de Camerún (Yaundé), una comunidad horadada por  casas de barro y techos de corteza de palma tejida, donde según el cuentero “nadie pasa hambre, uno puede entrar a cualquier finca y comer fruta, es algo completamente legal”.
Allí donde iba Ofogo con su vestido de príncipe (como hijo de un rey), la gente se reunía para escucharlo, en escuelas, en festivales, en comunidades, en centros culturales, y lo que escuchaban, de modo magistral y con destacada presencia escénica, eran relatos que trataban de explicar la vida, la naturaleza y las relaciones entre hombres, entidades y animales. A través de sus narraciones recordaba hechos, historias, leyendas, canciones, proverbios, mitos, fábulas y versos de la tradición oral africana, incluso incursionó en los cuentos eróticos y en algunos relatos supo recrear los sonidos y movimientos de los animales selváticos. Tiene un libro titulado “Una vida de cuentos”, que contiene su biografía y un disco con música y cuentos tradicionales. Suele afirmar que la cuentería es un arte que representa “el espíritu y el alma” de una sociedad, y que para valorarla hace falta una audiencia sensible.
Bienvenidos al mágico mundo de un cuentero que ya es leyenda entre su gente.

Sembrando cuentos bajo el árbol de la palabra
Una vez Boniface contó (para variar) que cuando nació, le cortaron el cordón umbilical y lo enterraron a la sombra de un árbol, que esa era la tradición de su pueblo, dice el autor “Ese lugar es mi centro del mundo, puedo recorrer infinidad de países, pero si no vuelvo a mi pueblo todos los años no tengo inspiración. La mejor manera de ser universal es amando a mi pueblo”. Además de cuentero por convicción, el destacado narrador es también filólogo hispánico y documentalista.

Cuando terminó el bachillerato se ganó una beca para estudiar filología en Madrid (España), de allí viene su excelente dominio del español (año 1988 en adelante), potenciado por sus viajes a Colombia ya en calidad de cuentero. Esta historia es una de las tantas que Boniface Ofogo relató ante un auditorio, muestra un poco la moraleja existente detrás de cada cuento, con el que siempre busca sembrar una enseñanza:

Había un anciano en mi pueblo que era el más viejo, no trabajaba y, sin embargo, era el más importante del pueblo. Él se sentaba en la plaza y todos acudían a pedirle consejos.
Un día llegó un joven con una forma de caminar muy insegura y le dijo que quería quedarse a vivir en el pueblo porque en su hogar había mucha sequía.
El anciano que estaba fumando una pipa le preguntó: cómo es la gente del pueblo de dónde usted viene.
El joven contestó que muy buena, amable y que allí se respetaba a los ancianos. Además, que los conflictos se resolvían hablando.
El anciano respondió que la gente de este pueblo era igual y que sería bien recibido: ¡bienvenido joven!
Al rato llegó otro joven, de caminar desafiante y también pidió vivir allí. Sin embargo, a las preguntas del anciano respondió con alevosía y habló mal de sus parientes.
El anciano le dijo que la gente de este pueblo también era mala y no sería bien recibido.
La moraleja de la historia, más allá de las respuestas del anciano es que quien cree en el sentido de la amistad y ama sus raíces, vaya a donde vaya siempre le irá bien”.

El escritor español Manuel Rivas solía asegurar que los cuenteros escriben en el aire y que sus palabras no son arrastradas por el viento, sino que germinan en la imaginación de los espectadores, Boniface logra captar en el público oyente esa mágica sentencia, y hace que cada uno encuentre algo dentro de sí mismo, haciendo posible que todos en algún punto sean mejores, que todo merece ser aprendido.

El "puente cultural" entre África y los cabildos cimarrones de Colombia

Hay un espacio muy trascendente en la vida de Boniface Ofogo, que es cuando visitó Colombia en 2005, con motivo de una invitación para participar en Bucaramanga en el Festival Iberoamericano de Cuenteros, un año antes había sido invitado por el cuentero colombiano Pacho Centeno, pero Bonifice lo había tomado como una forma de hablar y no creyó que la invitación era real. Dice que descubrir Colombia le cambió la vida, y la prueba es que en esas tierras caribeñas tuvo audiencias de unas 1.000 personas que podían escuchar cuentos durante horas. La cantidad y calidad de festivales internacionales de cuenteros entusiasmó al representante camerunés, supo de verdaderos semilleros de Cuentería, especialmente de la Sede Norte, donde fue posible rescatar la antigua tradición oral que por años ha cautivado a los públicos de Yarumal, del Bajo Cauca y Urabá. Se dice que el Norte antioqueño es cuna de un sinnúmero de relatos de espantos, plantas prodigiosas, brujas, hechizos y entierros; cuentos contados de generación en generación como el de La Barbacoa y Cueva Bonita, que han surgido para narrar las creencias de los habitantes de este pedazo verde y montañoso de Antioquia. 

Estas visitas paulatinamente lo llevaron a Boniface a grabar un documental sobre el "puente cultural" entre África y los cabildos cimarrones de la región. Incluso ciertos temas propios de la cultura palenquera, como el ritual fúnebre conocido como Lumbalú –que ha sido considerado como “como la última costumbre de profunda raigambre cultural Africana entre los pobladores cimarrones” – fueron documentados y utilizados por los cuenteros, incorporando temas representativos de la cultura africana en las presentaciones orales de los artistas.

Es muy significativo como la tradición oral de los cuenteros permanece viva en Colombia (solamente en Medellín existen festivales que ya llevan 30 años premiando cuenteros), se tratan de historias que en su mayor parte no están escritas, simplemente la gente las escucha y las sigue contando, tal como dice el profesor Camilo Andrés Sánchez Contreras, coordinador de un semillero de cuenteros que originó una serie de talleres y organización de festivales “Cuando son historias contadas del bisabuelo al abuelo, del abuelo al padre, y de este a su hijo, se convierten en tradición oral”, del mismo modo Mauricio Orrego (coordinador de una de las sedes) resalta una característica que diferencia a la cuentería de otras artes, y que es precisamente la conexión con el público en relación al material utilizado, los cuenteros a veces hacen variaciones de las tradiciones orales de los pueblos que visitan, en otros casos resaltan mitos o leyendas, o directamente inventan monólogos incluyendo la participación del espectador a través de un enfoque lúdico.

La oralidad ha sido motivo de estudio en el norte de Antioquia,  muchos cuenteros se han visto atraídos por las tradiciones orales, pero a la vez trabajaron en talleres algunas técnicas para mejorar la espontaneidad y exposición, modulación, desenvolvimiento corporal, vocalización y estudio de aspectos psicológicos que les permitían en poco tiempo realizar verdaderas “construcciones orales”. Estos procesos de formación tuvieron el apoyo, entre otras instituciones, de la Universidad de Antioquia. Muchos cuenteros han pasado de la timidez a una exposición permanente con pequeñas audiencias, incluyendo interacciones con el público que ha transformado sus vidas, favoreciendo un crecimiento que les ha permitido lograr metas como por ejemplo iniciar estudios académicos de disciplinas humanísticas.

A modo de ejemplo, el profesor Camilo recuerda una presentación nocturna donde los cuenteros acondicionaron un espacio público para narrar historias de terror, lo llamativo es que el público terminó participando con sus propias historias, lo cual habla de un espacio vivo que permanentemente se renueva, y de un arte que no se apaga con el paso del tiempo. Según el docente “el aire es la palabra, el resto es el corazón que se le pone y a través de uno hablan todos los ancestros”, Boniface Ofogo ha respetado esta construcción de sentido, y en ocasión de una presentación en un pueblo del sur de Colombia (donde según la tradición los abuelos se quitan los zapatos para contar los cuentos, prenden velas y tienen un vaso de agua o aguardiente para acompañar la lectura) realizó un ritual de invocación al fuego para rescatar lo sagrado de la palabra, todo lo que vino después fue un vínculo tejido por el encanto de los cuentos míticos y mágicos.


Boniface, el documentalista
Resulta imposible olvidar, y es algo que Boniface siempre tuvo en cuenta, que detrás de los cuentos se percibe la legendaria resistencia a la esclavitud de las comunidades afrodescendientes, así como los tambores han representado una poética de la resistencia cultural, han sido los cuentos los que permiten enlazar el pasado con el presente, robusteciendo con cada relato la identidad de los comuneros “Yo cuento a África, para las demás historias ya hay mucha gente a su servicio, me dedico a esto porque África necesita ser contada y muchas veces no se hace bien. Yo soy hijo de África y hablo por ella”, contó alguna vez Boniface, un relato que va más allá de la oralidad y la palabra. Suya fue la obra de tender un puente artístico y cultural entre el corregimiento de San Basilio de Palenque y Camerún, y en tal sentido los palenqueros (artistas, sabios, rezanderas, picoteros, amas de casa, niños, curanderas y ancianos) entendieron como pocos aquella presentación titulada “Un pedazo de África en Colombia”, resaltando los vínculos con la música y el arte, pero esencialmente en el convencimiento de los pobladores de sentirse africanos, es por eso que el documental fue rodado en las calles de San Basilio y formó parte del Festival de Tambores y Expresiones Culturales de Palenque, contando cómo un nativo africano llega allí, cómo lo reciben y como lo adoran porque ven en él a un ancestro.
Según Boniface, África ha sido la raíz y Palenque, su fruto, filosofía que le bastó para exaltar las costumbres del indiscutido patrimonio cimarrón. Cabe señalar que la UNESCO declaró a Palenque San Basilio como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por ser considerado el primer pueblo libre de América.
En la producción de su documental, Boniface consideró que Palenque “es un concepto que va más allá del territorio propio”, y para muestra bastó con analizar el porqué de algunas canciones tradicionales que ya no se escuchan en Camerún pero que sin embargo siguen disfrutándose en los palenques, la raíz africana que se torna visible en los carnavales de Barranquilla, los monumentos que hacen referencia al  Palenque de los esclavos liberados y del éxodo, el valor de la oralidad y de los ritos fúnebres, la exaltación de la alegría a pesar de tantas historias desgarradoras.
Alcanza con escucharlo, una vez más, al hombre de los cuentos orales:
 “Somos la misma gente, solo la historia nos separó”.
Fuentes consultadas:
San Basilio de Palenque, luces y sombras de un legado aborigen

Cuentero camerunés de paso por Cúcuta:

Documental “en memoria”:

La oralidad del norte de Antioquía, “a viva voz”:
Nota: las imágenes pertenecen a estos sitios:



Versión para El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/1423-boniface-ofogo-la-voz-de-los-ancestros

No hay comentarios:

Publicar un comentario